– ¡Qué te cuento! En la tienda hay una promoción y están repartiendo golpes gratis
– ¡No me digas! Ahora vuelvo, voy por los míos
Este diálogo, que podría parecer una broma, es la realidad de muchas personas que no desperdician ninguna oportunidad para aprovechar ofertas… sin importar que no tenga planeado el gasto ni que no requiera en ese momento el producto o servicio. Sin embargo, hay que diferenciar entre ser un cazador de ofertas compulsivo y ser un comprador astuto que cuida su dinero; entre acudir a comprar un celular porque ya salió un nuevo modelo, a acudir a comprarlo porque no tienes uno o el que tienes ya no cubre tus necesidades. ¿Cómo distinguir objetivamente lo que te impulsa a realizar la compra? Seguir este sencillo decálogo te puede ser de utilidad, ayudándote, si lo sigues, a no caer en las garras de los bancos, las tarjetas de crédito y otras deudas.
1. Compro un producto para cubrir una necesidad, y no busco la necesidad debido a que compré el producto.
2. Pienso adquirir el producto para satisfacer una necesidad real de mi familia, y no para satisfacer mi ego o para demostrar que pertenezco a algún grupo o nivel social.
3. Sé que el producto satisface una necesidad real si con ello doy bienestar a mi familia, fomentando la integridad familiar y la realización de cada uno de sus miembros en base a sólidos principios morales.
4. Con la compra del producto no pretendo compensar la falta de tiempo, atención y presencia hacia mi pareja, mis hijos o mis padres.
5. Es válido ser coleccionista o comprar algún producto suntuario o cosmético ocasionalmente, siempre que practique de forma honesta y habitual la caridad y el altruismo, y no ponga en riesgo la economía ni el bienestar de mi familia con el desembolso del dinero requerido.
6. Sólo compro un producto para cambiar uno que tengo en casa si este último ya no funciona correctamente, si su mantenimiento y consumo energético es muy costoso, o porque sus funciones ya no me son suficientes; pero nunca lo cambio sólo para estar a la moda o por poseer el último modelo salido al mercado.
7. Procuro comprar sólo si tengo el dinero para ello, comprendiendo que siempre será mejor ahorrar que endeudarse así tenga que ser paciente para disfrutar aquello que anhelo.
8. Antes de adquirir un producto comparo precios, modelos y los servicios de posventa (garantías, refacciones, mantenimiento), buscando no sólo el precio más bajo sino obtener el mayor beneficio posible por mi dinero.
9. Ante la cercanía de época de promociones, verifico los precios antes de que se publiquen las ofertas, para así confirmar que las supuestas ofertas son reales. Así mismo defino una estrategia para evaluar las diferentes promociones en base a mis necesidades y estado de mis finanzas personales.
10. Sólo tomo un crédito como última opción, buscando que tenga el CAT más bajo (0%), después de confirmar en mi presupuesto que tengo la capacidad de absorber los pagos sin sacrificar mi ahorro, y de garantizar que tendré un flujo de efectivo sano, no rebasando nunca con el total de mis pagos por financiamientos el 30% de mis ingresos.
¡Éxito!
¿Tienes otras estrategias que te han dado buen resultado? ¿Has tenido alguna experiencia que quisieras compartir con nosotros? ¿Te quedó alguna duda o inquietud? Déjanos tus comentarios, los cuales enriquecen a todos aquellos que lean este artículo.
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Lo más gracioso es ver a aquellos que se sienten orgullos de aprovechar un 2 x 1 cuando realmente solo sirve para comprar algo en exceso sin necesitarlo y gastar dinero adicional. La cultura de la «oferta», «aproveche ahora» y «solo por hoy» se ha convertido para muchos en una piedra de sufrimiento.
Cierto Joel,
No debiéramos comprar de más sólo porque está en oferta cuando no hay detrás una necesidad real. Pero si vamos a comprar los productos en acuerdo con otra persona que también lo necesita o si es un producto que consumimos muy frecuentemente, entonces es una buena oportunidad. La inteligencia conlleva precisamente a ello: a aprovechar las oportunidades.
Recibe un fuerte abrazo 😉