Como ya es tradición en cada navidad, tengo para ustedes un obsequio: un cuento que nace de mi deseo de llevar a sus hogares algo más que sólo temas financieros. Al final, la verdadera riqueza la llevamos en nuestro interior. Confío que les guste…
– «Y es así como el deseo del rey Midas fue concedido. A partir de ese día, todo lo que tocase se convertiría en oro… «
– «¡¿Te imaginas?!» – preguntó Elena llena de entusiasmo a su hermano – «¡Mi espejo podría ser de oro como en los cuentos de princesas! «
– «Y no sólo eso…» – le contestó Pablo – «Cuando nos dieran nuestro domingo, ¡se convertiría en monedas de oro! «
– «Jajajajaja ¡Tranquilos muchachos, que aún no ha terminado el cuento!» – Javier disfrutaba leerles cuentos y contarles historias a sus hijos. ¡Raramente se quedaban dormidos! Pero eso sí, se divertían mucho, habiéndose convertido ya en una tradición de noche tras noche.
– «¡Y no sólo eso!» – siguió diciéndole Elena a Pablo – «¿Te imaginas cómo brillarían nuestras bicicletas bajo el sol? «
– «Bueno… Por lo visto ya les he dado cuerda para rato. Y eso que se supone que es hora de dormir…» – Javier besó a cada uno mientras los niños iban hilvanando aventuras basadas en dorados objetos, aun después de que su padre apagó la luz de la habitación y cerró la puerta al salir.
– «Niños…» – Pensó mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro al escucharlos desde el pasillo, antes de dirigirse a su propia habitación.
Pasaron los años. Los otrora niños se convirtieron en adultos y cada uno avanzó por su propia senda de la vida. Elena había desarrollado tal habilidad para los negocios, que sus socios comerciales le decían que todo lo que tocaba se convertía en oro.
Pablo, en cambio, había estudiado una carrera, dividiendo su tiempo entre su empleo en un grupo comercial, y las clases que impartía en una universidad para completar el gasto.
– «¿Sabes papá?» – Comenzó una tarde mientras paseaban ambos por una plaza – «No he olvidado el cuento que nos contabas sobre el rey midas. Trabajo de sol a sol y apenas saco para el gasto…»
– «¡Profesor!» – le interrumpió una voz – «Qué gusto saludarle «
– «¡Andrea! ¿Cuánto tiempo hace que saliste de la universidad?» – La plática siguió por algunos minutos mientras Pablo y su exalumna se ponían rápidamente al día.
– «Pues nos seguimos viendo profesor.» – Y dirigiéndose a Javier continuó – «Ha sido un placer conocerle. Su hijo, más allá del programa de estudios, nos brindó mucha de su experiencia. ¡Era muy exigente! Muchos lo odiábamos por no conformarse con que presentáramos los trabajos completos. ¡Siempre pedía el extra! ¡Siempre nos cuestionaba todo lo que hacíamos! Y gracias a ello, cuando menos yo, aprendí a retarme a mí misma… Y hoy he logrado ser la gerente más joven en la empresa para la que trabajo. Así que, ¡Gracias!» – Y dándole un beso en la mejilla a Pablo, siguió su camino.
– «Simpática chica» – Comentó Javier sonriendo a su hijo.
– «Fue una buena alumna.» – Contestó devolviéndole la sonrisa – «Pero como te decía, no puedo evitar pensar en mi hermana. En cómo ha logrado crear un emporio desde cero, mientras yo necesito dos empleos para subsistir.«
– «¿Pablo?» – Esta vez era un hombre de mediana edad, ya con algunas canas en el cabello – «¡Hombre, qué gusto saludarte! «
Una vez más Javier esperó pacientemente a que Pablo terminara de conversar con su conocido. Por lo que logró escuchar, Ernesto fue un compañero de trabajo de su hijo, quien fue despedido durante un recorte de personal. Sin saber qué hacer buscó a Pablo para desahogar su frustración, pero durante la conversación le comentó de una idea que traía en la cabeza. Pablo le hizo ver que esa idea podía ser una oportunidad de negocio, lo convenció de que podía lograrlo, y de que sólo era cuestión de que creyera en sí mismo. Además, le consiguió una cita con Elena para que le aconsejara sobre el plan de negocios y en cómo conseguir el financiamiento necesario para la inversión inicial. El resultado fue que, en la actualidad, el negocio le deja a Ernesto más de lo que ganaba anteriormente como empleado.
– «Vaya, al parecer le ha ido bien a tu amigo» – Comentó Javier una vez que se despidieron.
– «Así es,» – Dijo en medio de un suspiro Pablo – «y se me hace absurdo que yo no pueda salir adelante, aun cuando he aconsejado a otros sobre cómo hacerlo… No he logrado nada… No tengo nada… «
Siguieron caminando en silencio hasta que sus pasos los llevaron a una arboleda. Ahí, acompañados de los dorados rayos de un sol próximo al ocaso, Javier tomó del hombro a su hijo y lo invitó a sentarse en una banca.
– «Tú y tu hermana nunca me dejaron terminar el cuento del rey Midas.» – Comenzó Javier – «Al principio el don le maravilló. Empezó a transformar en oro todo lo que le rodeaba, con lo cual pronto llenó sus arcas convirtiéndose en el hombre más rico de la región… Pero no tardó mucho en darse cuenta que el don, más que un regalo, era un castigo: Cuando sintió hambre y quiso comer una manzana, se lastimó los dientes ante la dureza del áureo metal. Cuando se acercó su perro y quiso acariciarlo, su fiel animal se convirtió en una estatua inanimada. Al ver esto se alejó aterrado de quienes amaba, por temor de convertirlos también en doradas estatuas… Finalmente murió de hambre. Sí, rodeado de objetos de oro, pero solo».
– «La verdadera riqueza no está en la posesión del dinero,» – Continuó – «sino en que todas nuestras actividades estén encaminadas a generar riqueza en quienes nos rodean. En que cada persona que entre en contacto contigo se lleve algo… Algo que sea valioso para esa persona, que sea valioso para su vida. «
– «Tocaste a Andrea, le diste la fuerza de retarse a sí misma, y hoy ha logrado ser la gerente más joven de su empresa. Tocaste a Ernesto, le diste la fortaleza de creer en sí mismo, le brindaste los contactos adecuados para allanarle el camino, y hoy tiene un negocio próspero. ¿Que no has logrado salir adelante? ¡Hijo mío, has logrado tocar la vida de otros, ayudándolos a salir adelante! Y nadie puede regalar lo que no tiene…»
Una mujer joven se dirigía hacia ellos. En su vientre se dibujaba la próxima llegada de un bebé a su vida. Su mirada se cruzó con la de Pablo, mientras la sonrisa entre ambos llenaba el lugar.
– «Pablo…» – La mano de Javier se posó firmemente en el hombro de su hijo – «Dices que no tienes nada, cuando tienes el amor de una mujer maravillosa. Dices que no has conseguido nada, cuando has formado una familia. Adoptaste a un niño aún estando en el seno de su madre, y aceptaste a su madre recibiéndola con el amor y ternura que sólo un verdadero caballero podría entregar a su doncella… «
«Has conseguido lo más importante… Has obtenido lo realmente valioso… Y es tanta tu riqueza, que la obsequias a quienes te rodean. Estoy realmente orgulloso de ti.» – Esto último no se lo dijo Javier con palabras a su hijo, sino a través de la lágrima que rodó por su mejilla, al tiempo que Pablo, y su amada doncella, se abrazaban.
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Referencias
- El secreto de Caridad – PractiFinanzas
- El hombre que alcanzó la riqueza – PractiFinanzas
- Imagen: JanaWolf
Muchas gracias Mauricio. A lo largo de los años de seguir tu blog me he encontrado verdaderas joyas, y no hablo sólo de aquellos que tratan temas financieros, Los cuales son geniales, muy completos, útiles y clarificadores,
Me refiero también a artículos con calidad humana, como el que promueve la donación de sangre, los que hablan de que la educación y valores empiezan en casa, lo que podemos hacer para aportar nuestro granito de arena para mejorar muestro entorno y colaborar a la sociedad en que vivimos.
Pero ésta vez quiero agradecerte por tus cuentos. Te lo dije hace muchos años, tocas más vidas de las que te das cuenta, aunque muchas veces no te enteres porque los lectores no nos damos el tiempo de agradecerte,
¿Sabes? Creo que tú, como Pablo, tienes el toque de Midas, enriqueces la vida de quienes te rodean, aportas valor a cada persona que se cruza en tu camino, así sea , como en mi caso, a miles de kms de distancia y «sólo» a través de tu blog, con artículos y cuentos.
Lo que haces es de un valor enorme, brindas tus conocimientos de manera desinteresada, te tomas el tiempo de responder las dudas de quienes, como yo, no somos expertos en éstos temas.
Además en mi caso ¡Tienes un timing! Jejeje
Parece que me leyeras la mente, muchos de tus artículos y cuentos han llegado a mi vida en momentos precisos… ésos en los que sientes que te ahogas, tus cuentos son bocanadas de aire fresco que animan a seguir adelante.
¡Gracias! Espero que éstas fiestas decembrinas te traigan mucho amor y sonrisas. ¡Te mereces eso y más!
Abrazos desde la fría perla tapatía (Guanatos pa’ los compas) hasta el Mayab.
Muchas gracias por tus palabras Elizabeth, me motivan para seguir adelante en mi esfuerzo por apoyar a través del blog a quienes lo necesiten.
Y te agradezco aún más el valor que otorgas a los cuentos que escribo… En cada uno comparto una parte de mi, así que el saber que son bien recibidos y brindan alegría y esperanza a alguien más, es una gratificación inigualable.
Te mando un fuerte abrazo y mis mejores deseos para el 2019
¡Feliz año nuevo!