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Qué aprender de los altos ingresos de las estrellas del deporte y el espectáculo

Mauricio Priego 01/Jun/2015 3
Qué aprender de los altos ingresos de las estrellas del deporte y el espectáculo

Lionel Messi, 71.6 millones de dólares. Robert Downey Jr, 75 millones de dólares. Beyonce, 115 millones de dólares. La cantidad que se llevan a la bolsa en sólo un año estos astros del fútbol, del cine y de los escenarios respectivamente equivale a lo que ganan más de 153,600 asalariados durante ese mismo tiempo, mucho de los cuales jamás verán en vivo a sus ídolos debido a los costos de transportación, hospedaje y entradas que esto representa pero que los siguen entusiasmados ante las pantallas de televisión, en las salas de cine, por Internet o a través de las redes sociales. «Es que son genios en sus respectivas habilidades» es la justificación general… Pero me pregunto, ¿acaso la habilidad de Messi con el balón es más valiosa que la del cirujano con el escarpelo, el cual salva en ese mismo año incontables vidas? ¿O el carisma de Robert Downey es más valioso que el de un voluntario que dedica su tiempo a curar el daño que en el alma han recibido adolescentes cuyas acciones los llevaron a las correccionales? ¿O la voz de Beyonce es más valiosa que la de una joven emprendedora de la misma edad, cuyo éxito en los negocios sirve de ejemplo para que muchos otros jóvenes, tanto hombres como mujeres, decidan arriesgarse y ser fuentes de empleo y riqueza para su comunidad?




Si observamos la historia de la humanidad, el poseer conocimiento y el tener habilidades para la obtención de recursos, para el comercio o para la guerra fueron las principales fuentes de riqueza y reconocimiento, lo cual se cumple desde los lejanos tiempos de las primeras civilizaciones del neolítico en Mesopotamia hasta el mundo previo a la Primera Guerra Mundial. Durante estos 6000 años artistas y deportistas ya existían generando la admiración de sus contemporáneos por sus habilidades, pero al ser éstas para la diversión y no para la producción, necesitaban ser auspiciados por personas ricas (usualmente políticos o comerciantes) quienes los mantenían. De hecho, el término Mecenas con que actualmente nos referimos a las personas que protegen las artes o  que en general patrocinan a otros para su desarrollo o preparación, viene del nombre de un consejero del emperador Augusto quien poco antes del nacimiento de Cristo era protector de las artes y de los autores literarios en la antigua Roma.

¿Y cuando pasaron deportistas y artistas de requerir mecenazgo a tener representantes que negocian contratos multimillonarios? Hay un hecho histórico el cual, desde un principio, llevó la simiente de lo que habría de venir: La aparición de los medios masivos de comunicación, es decir, de la radio, el cine, la televisión y el Internet, siendo la invención de los dos últimos (y la creación de las salas de cine como los las conocemos) los verdaderos propulsores que llevaron a los antiguos habitantes de carpas y estadios al estrellato.

Y la explicación curiosamente es simple: En la época de Mecenas, Mozart o Shakespeare, al igual que en los tiempos de las Roma o Grecia clásicas o durante el esplendor en Mesoamérica del juego de pelota, artistas y deportistas dependían de las personas que podían acudir a anfiteatros, teatros, carpas, estadios y circos a admirar sus artes, en un evento que sólo podían observarlo las personas que se encontraban en el lugar. En cambio, con el advenimiento de los medios masivos, un partido de fútbol puede verse en transmisión en vivo en millones de hogares, bares, cines y restaurantes al mismo tiempo. La voz que una cantante grabó una vez puede escucharse en millones de autos, tabletas, reproductores y computadoras infinidad de veces. Una película filmada una vez se exhibe en miles de salas de cine, pero también en millones de televisores y equipos personales alrededor del orbe. Esto explica porqué otras artes como la escultura o la pintura no manejan estos salarios: tienen la misma limitación espacio-temporal que existía antes del advenimiento del cine, la televisión y el Internet. Sólo puedes disfrutarlos en su magnificencia estando presente en el mismo espacio donde se encuentre esa obra de arte expuesta.

Y lo mismo ocurre con los casos que veíamos al principio. El cirujano sólo puede salvar con el escarpelo a una persona a la vez, por lo que tiene un límite espacio-temporal de cuántas personas puede llegar a salvar. El voluntario sólo puede motivar a los adolescentes con los que tenga la oportunidad de interactuar, y la emprendedora sólo puede inspirar a quienes conozcan su labor.

Ahora la parte interesante, ¿Qué podemos aprovechar  de todo lo anterior?

1) Los medios masivos de comunicación llegaron para quedarse, e incluso están evolucionando con la llegada de smartphones (teléfonos inteligentes),  dispositivos móviles e IoTs (el Internet de las Cosas – literalmente)

2) En base a la premisa anterior, usa tu creatividad para aprovechar el auge tecnológico buscando que tu producto o servicio rompa la barreta espacio-temporal del tiempo y la distancia

3) La realidad de los dos puntos anteriores es tal que están de moda los startups, es decir, apoyos tanto gubernamentales como del sector privado para impulsar a emprendedores cuyas iniciativas estén apalancadas en ese auge tecnológico.

Y para concluir, dos últimas reflexiones…

4)  Si al final el éxito corona tu esfuerzo volviéndote el Messi de aquello que dominas o en lo que eres hábil, siempre ten presente las posiblemente decenas de miles de personas a las que estás inspirando. Y no sólo siendo un ejemplo positivo para ellos manteniendo tu sencillez y siendo generoso en tus muestras de agradecimiento y respeto, sino siendo sensible permitiendo que éstos seguidores tengan precios asequibles que no representen un sacrificio para sus finanzas (Aún si se bajara un 30% lo que cuestan los CDs de Beyonce, los DVDs de las películas de Robert Downey Jr o las entradas a los partidos del Barza reflejándose esto en sus respectivos ingresos, seguirían siendo multi-millonarios)

5) No olvides que eres tú quien da vida a estos «ídolos». Por tanto, sé exigente en cuanto a la calidad de los productos que te entregan y crítico en cuanto si el precio por admirarlos es justo.

No es razonable que les des con tu sacrificio y esfuerzo una vida de abundancia mientras tú no sabes cómo pagarás tu tarjeta de crédito la siguiente fecha de corte.

¡Éxito!

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Referencias

3 Comentarios »

  1. Rafael Nahui Cuauhtli 04/Jun/2015 en 8:14 am - Responder

    Buen análisis Mauricio.

    Tenemos una charla pendiente.

    Saludos

  2. Aida 01/Jun/2015 en 9:06 am - Responder

    Como siempre, excelente tu comentario, crítico, ´razonable y el tips, que siempre agregas a tus anécdotas o análisis del tema.

    • Mauricio Priego 02/Jun/2015 en 6:24 am - Responder

      Gracias a ti Aida, siempre es reconfortante recibir una palmadita en la espalda 😉
      Recibe un cordial saludo

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