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Riesgos y prevención de los efectos colaterales de las deudas

Mauricio Priego 02/Feb/2015 2
Riesgos y prevención de los efectos colaterales de las deudas

¿Conoces a alguna persona que si bien paga puntualmente sus tarjetas, utiliza continuamente su crédito de manera que nunca saldará su cuenta? Hace poco una persona me buscó preocupada ya que un evento inesperado le obligó a abrir los ojos al precario equilibrio que durante años estuvo viviendo: en la empresa donde trabaja estalló la huelga.




Si bien lo que buscaba el sindicato era un aumento salarial – lo cual es positivo para los trabajadores -, el problema estribaba en que mientras durase la huelga los empleados no recibirían su sueldo. Esto es común en las huelgas pagándose a los empleados todas las quincenas que no cobraron una vez que se resuelve el conflicto (se les conoce como salarios caídos), pero ¿cuántos empleados tienen dinero suficiente ahorrado para vivir posiblemente un par de meses – si no es que  más – en lo que termina la huelga? No porque la empresa esté en paro tu familia deja de comer, ni tampoco bancos y casas comerciales te perdonan los pagos, ni tus proveedores de servicios como la luz o el teléfono te esperan hasta que vuelvas a cobrar. La realidad es todo lo contrario: si no pagas a tiempo te cortan los servicios, los intereses moratorios y gastos de cobranza incrementan tu deuda de manera infame, y mientras esto ocurre, te ves obligado a seguir utilizando tu tarjeta para llevar comida a tu familia.

¿No es acaso lo anterior una verdadera historia de terror?  Son muchas las personas que viven el sueño del crédito – en el sentido de la ilusión de vivir un estilo de vida no acorde a sus ingresos – sin comprender (o aceptar) que en cualquier momento un evento fortuito pudiera convertirlo en una pesadilla financiera. En este caso fue una huelga, pero podría haber sido un despido, una caída fuerte en las ventas del negocio, un problema sanitario (como cuando la gripe aviar) o de seguridad (como los causados por el narcotráfico o el terrorismo) que alejan a los turistas de la zona donde vives…

Por ello debemos ser prudentes con el crédito, principalmente con los muy eficaces anzuelos de los meses sin intereses y los pagos postergados (los que te empiezan a cobrar algunos meses después) ya que es muy fácil sobrepasar la línea de la prudencia confiados en nuestro ingreso actual sin considerar el riesgo de que éste se vea disminuido durante el plazo del crédito.

¿Y cuál es ésa línea?

  • No compres a crédito si no manejas un presupuesto en el cual determines cómo distribuyes tus ingresos entre tus gastos y compromisos financieros;
  • Antes de comprar verifica en tu presupuesto que no estés destinando más del 20% al pago de deudas (si estás pagando la hipoteca de tu casa pudiera llagar a ser el 25%);
  • Confirma que estés pagando menos de 3 compras a crédito previas, y si lo estás haciendo, primero termina de pagar cuando menos una de ellas;
  • Sé honesto y sincero contigo mismo. ¿En verdad necesitas (necesidad real, no deseo irrefrenable) lo que vas a comprar a crédito? Si la respuesta es no, ahorra el importe que ibas a pagar en las mensualidades para que en vez de comprarlo a crédito lo pagues en efectivo, consiguiendo con ello en muchas ocasiones mejores precios.
  • Mantén un Fondo de Emergencias que te permita cubrir tus gastos y compromisos cuando menos por tres meses. Si no tienes un fondo, primero créalo y luego utiliza el crédito.

Cuando ya estás viviendo la pesadilla es poco lo que se puede hacer… Re-estructurar tu deuda, unificarla en un producto con un costo financiero (intereses y comisiones) menor… Pero el problema no se resuelve, ya que en todos los casos necesitas de la liquidez que no tienes debido a la disminución de tus ingresos.

Vender tus pertenencias también podría ser una opción, pero piénsalo: ¿en verdad tiene sentido comprar a crédito para después tener qué vender más de lo que compraste para poder pagar esa deuda?

¡Éxito!

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Referencias

2 Comentarios »

  1. Edith Esquivel 02/Feb/2015 en 12:18 pm - Responder

    Muy buen artículo, Mauricio. Yo pienso que vivir sin deudas y con un buen colchón de ahorro e inversión es un tipo de activismo social: porque de esta manera puedes apoyar cualquier lucha laboral o social por mejores condiciones de vida, y tú mismo puedes sentar un buen precedente de lo que un empleador puede y no puede hacerle a sus trabajadores. El dinero ahorrado te da poder de negociación, permite que hagas valer tu trabajo, y eso beneficia a los que vienen después de ti. En cambio, si no puedes darte el lujo de estar sin trabajo ni unos meses, como suele pasar, entonces aceptarás lo que sea y como sea, y yo pienso que ahí se originan en parte los paupérrimos salarios y condiciones laborales que predominan en nuestro país. ¡Saludos!

    • Mauricio Priego 02/Feb/2015 en 12:43 pm - Responder

      Edith, ¡me quito el sombrero ante ti!
      Tienes toda la razón. Es algo en que para serte honesto no había caído en cuenta, pero el punto que tocas es fundamental.
      De hecho, si tienes el tiempo y la disponibilidad, ¿aceptarías desarrollar un poco más tu idea de manera que lo publiquemos como un artículo por sí solo? Claro está te daría los créditos como autora… Pero esto es algo que la comunidad necesita conocer para despertar y comprender la verdadera importancia del ahorro.
      Quedo al pendiente de tus comentarios (poniendo «changuitos») 😉
      Recibe un fuerte abrazo 😀

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